jueves, 16 de mayo de 2013

Reminicencias...


Este es un microrrelato (aunque no parece) que mandé para TH Magazine y pueden encontrarla aquí: http://th-magazine.blogspot.com.es

—¡Maldita sea!
Luego de una noche deliciosa junto a su chica, lo menos que quería Bill era quedarse botado, pero los ruidos que hacía su auto eran indiscutibles. Así que cuando ya no quiso andar más, se bajó y a paso rápido se dispuso a buscar un teléfono. Caminó a través de las calles hasta que una mujer se le apareció de la nada cerrándole el paso. Trató de ignorarla y pasar, pero ella no lo dejó.
—No tengo nada de valor.
—No soy una ladrona Bill.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Eso no interesa ahora.
Aunque estaba aterrado, la empujó y quiso seguir su camino, pero ella lo tomó del brazo, estampándolo en la pared.
—¡Pero qué diablos! —dijo exasperado.
—¿No te acuerdas de mí?
Bill la miró detenidamente. Largo cabello negro rizado, piel blanca y ojos dorados, algo amarillos. Un sudor frío lo invadió y comenzó a temblar.
—¡No te conozco! Déjame en paz o tendré que golpearte loca.
Con un hábil movimiento, la mujer presionó su brazo en el cuello contrario y Bill sintió que se ahogaba. Inconsciente cayó al suelo, ella asustada acarició sus mejillas.
—No quise hacerte daño, no...
Bill abrió los ojos y al verla en ese estado la empujó y se fue corriendo, pero la mujer le saltó encima y sacudió su cuerpo con fuerza, transformándose en una gran loba blanca. De repente, llegaron a su mente extrañas palabras…
— Black… soy Silver…
Espantado, trató de moverse, pero sintió sus dientes en el cuello...
—Perdóname Black…
Los dientes afilados se hundieron en su carne y su cabeza se llenó de imágenes. Vio un lobo negro corriendo a través de la nieve al lado de una loba de ojos amarillos, rozando sus hocicos, mordisqueándose con cariño. Luego, todo se oscureció y a lo lejos pudo ver al lobo negro siendo sacrificado, y a la loba transformada en mujer llorando a su lado. Confuso, se movió y la loba se alejó. Por suerte, unos chicos que pasaban por ahí llamaron a una ambulancia. Dos días después, recostado en su cama, vio unos ojos amarillos en la oscuridad…
—Vine por ti.
Y sin esperar un sonido más, Bill se levantó y la siguió.
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Tiempo después, muchas personas aseguraron haber visto a un lobo negro y otro blanco vagar por las afueras de la ciudad, pero nadie les creyó.


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