Es de noche y como desde
aquella vez, lo espero. No sé cómo pude llegar a tanto, como pude hacerle eso.
Yo, en quien confiaba. Yo, quien debía ayudarlo. Yo, quien terminó
revolucionando su oscuro mundo. Ahora eso ya no importa…lo esperaba a él…solo a
él… pues nunca antes había esperado a nadie y nunca más lo haría.
Era increíble cómo durante el
día podíamos ser casi un par de extraños, nunca se lo había pedido, pero él era
así, decía que era lo mejor. Casi todo el tiempo se sumergía en sus pensamientos,
en sus divagaciones y yo a su lado…tratando de aconsejarlo, de reconfortarlo
con mis palabras…tratando de dominarme y no tomarlo en mis brazos…era una
verdadera tortura.
Aún recuerdo el día en que
llegó… como todos parecía tan normal. Era bello como pocos, delgado, con la
cabellera larga negra, pero con una sombra de tristeza en sus almendrados ojos.
Fue instantáneo. Fue mirarlo y sentir mi corazón agitarse hasta doler, fue
escucharlo y quedar encantado por su suave voz, fue acercarme a él y perderme.