Caminaba despacito, uno, dos, tres, cuatro...dieciocho.
Tus lunares como pequeñas montañas en tu hermosa geografía.
Hay una carta de amor para mí en tu espalda, escrita en
lunares, y yo la leo cada mañana.
Con los ojos abiertos o con ellos cerrados como los ciegos.
Mientras siento latir con fuerza tu corazón.
Y te quieren mis manos, mis ojos, y hasta mis pestañas te
quieren.
Y mi ombligo y mis entrañas.
Podría reconocerte sin verte, con los ojos cerrados te
reconocería sólo con tocarte, con olerte.
Y cada mañana cuando despierto, los nombro y los recuento.
Como se recuentan las cuentas de un collar.
Hay días en los que descubro alguno nuevo. Pequeño.
Y lo beso y le doy la bienvenida.
Y los copio en un papel.
Para que no se me pierda ninguno.
Y son como constelaciones de estrellas en las que me pierdo.
Y sueño cada mañana.
Audry
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