Uno de mis one shot más queridos. Lo más increíble es que salió una tarde de sábado, fruto del aburrimiento. Espero les guste.
Tom estaba muy cansado. Hacía exactamente dos meses que
no podía dormir bien. La reciente muerte de su hermano menor en un accidente,
cuando se dirigía con sus compañeros de instituto a la playa lo había dejado
devastado. Como hijo mayor tuvo que encargarse de todo, pues su madre había
caído en un profundo estado de depresión que la mantenía atada a su cama. Tom
tuvo que ir a reconocer el cuerpo, hacer el papeleo en el hospital y en la
morgue, todo completamente solo. Su padre hacía años que no figuraba en sus
vidas y sus tíos y primos vivían demasiado lejos. Era increíble cómo en esos
momentos fue capaz de realizar todos esos trámites; sentía que su cuerpo iba en
automático, como si estuviera programado para cumplir con lo que se esperaba de
él en ese momento.
Lo peor vino después, ya que luego del entierro el
insomnio se había apoderado de su cuerpo. Intentó de todo, pero lo único que logró
fue dormir un par de horas, las cuales muchas veces estaban plagadas de
pesadillas. En su trabajo le adelantaron las vacaciones al verlo tan
desmejorado y estaba solo en casa, pues su tía se había llevado a su madre para
que descansara con la esperanza de que se recuperara de la depresión. No podía culparla por dejarlo, desde la muerte
de Jhon ella ya no era la misma. Simplemente se olvidó de él y se sumió en el
dolor de la pérdida, al menos eso fue lo que el doctor le explicó cuando fue a
verla. El doctor también le dijo que cuando
se recuperara ella volvería a ser como antes, pero por alguna razón él sabía
que eso no sucedería. Al menos sus amigos lo visitaban y siempre trataban de
animarlo, pero lo único que quería era dormir una noche completa y en su
situación no le era posible.
Una de esas tantas noches de insomnio, luego de haber
dormido dos horas exactas, vio que la
oscuridad de su habitación era rota por una luz que provenía de la puerta del
baño. Asustado se frotó los ojos, y claramente vio que la luz avanzaba hacia él.
Con terror, pudo observar detrás de la luz la figura de un hombre enfundado en
un camisón de dormir que caminaba a paso lento. Retrocedió espantado hasta la
cabecera de su cama y se tapó hasta la nariz con las mantas. El hombre, sin
inmutarse, siguió avanzando.
—¿Quién eres? —preguntó cuando pudo encontrar su voz.
La aparición levantó el rostro y Tom se petrificó. La
luz de la vela que llevaba en la mano iluminó un par de grandes ojos marrones
delineados por sombras negras que lo observaban curioso, una perfecta nariz que
se fruncía y unos labios llenos y rojos que se estiraban en una pequeña sonrisa. Su mirada vagó por el rostro
de la aparición y no pudo evitar un sonrojo.
Acaso los fantasmas eran así de atractivos…
Aish, pero qué cosas estás pensando Tom.
—Soy Billy dormilón —dijo con dulce voz.
—¿Qué? —dijo asombrado.
—Soy Billy dormilooooón…—. Tom sentía la mandíbula
tensa y la boca seca, solo atinaba a mirar embelesado el angelical rostro de la
criatura que tenía delante —y vine a ayudarte.
Y sin más hizo una reverencia. Tom vio que algo se
deslizó de su cabeza y gracias a la luz de esa prodigiosa vela que no se
consumía apreció el cabello largo, liso y negro como la noche. La aparición le
sonrió pero pronto su rostro se mostró confuso y se agachó rápidamente para
recoger el gorro que Tom reconoció como uno de los que se usaban en el siglo
pasado para dormir: blanco y con punta de algodón. Avergonzado se acomodó el gorro
y Tom pudo ver dos orejas largas y puntiagudas.
—Disculpa no quise asustarte, pero estoy muy nervioso
y no sabía cómo acercarme a ti.
—¿Nervioso? —preguntó Tom. El miedo había sido
olvidado hace tiempo.
—Es… es la primera vez que me mandan con un adulto,
usualmente trabajo con niños.
—¿Con niños? Acaso eres un ángel…
Tom sonrió al ver sus mejillas teñirse de rojo…
—Noooooo. Soy algo más terrenal. ¿Has escuchado alguna
vez sobre los duendes?
—Mi abuelo solía contarme muchas historias sobre
ellos, pero en verdad nunca las creí.
—Qué mal. Debes saber que algunas historias son
ciertas.
—¡Me vas a decir que eres un duende¡ Ja, ni pienses
que voy a creer tamaña mentira —dijo volteando el rostro.
El duende sorprendido por esa reacción, se sentó en la
cama mirándolo de cerca.
—¿Por qué no podría ser un duende Tom?
—Porque los duendes son pequeños, desagradables, algo
aterradores y siempre llevan su olla de oro y tú… tú…
—¿Yo? —dijo sonriendo.
—Tú eres muy her… diferente. Eso… diferente. Espera… ¿cómo
supiste mi nombre?
—Yo lo sé todo de ti Tom… T-O-D-O
Tom bajó la mirada y sin poder evitarlo se entristeció
al recordar el porqué su vida estaba de cabeza. Recordó a su hermano, a su
madre y escondió el rostro en las manos, tratando en vano de retener las
lágrimas.
—Yo estoy aquí para ayudarte Tom. Supongo que eres
especial por eso me mandaron contigo. Usualmente a tu edad los humanos ya no
pueden vernos, pero esto debía llevarse a cabo. Debíamos conocernos y juntos
salir adelante.
Tom se limpió las lágrimas conmovido por las bonitas
palabras de la criatura, pero no era tan simple creer y confiar en algo que
siempre creyó era una leyenda más.
—Eres un duende, ¿cómo se supone que me vas a ayudar?
¿Acaso me regalarás tu olla de oro? ¿Me harás millonario? Sabes que eso no va a
cambiar nada, nada.
Con cuidado, el duende dejó su vela en la mesita de
noche, se quitó el gorro y se subió a la cama. Gateó hasta Tom, quien se quedó
inmóvil, paralizado por lo que veían sus ojos. Cuando estuvo sobre su cuerpo y
con su rostro a centímetros de él, Tom lo empujó y rápido se escurrió al otro
lado de la cama tapándose más con la sábana.
Billy rodó sobre la cama asustado.
—¿Por qué me empujaste?
—¿Así ayudas a los niños eh?
—¿Qué tratas de decir con eso?
—Creo que no eres un duende, a pesar de esas orejas.
Eres un íncubo ¿no es así? Quieres llevarte mi alma luego de matarme con una sesión
de sexo salvaje.
El duende enrojeció hasta las orejas, las cuales
brillaron en la oscuridad del cuarto.
—Cómo se te ocurre pensar una cosa así. Soy un duende
y solo quiero ayudarte. Confía en mí. Mi misión contigo es diferente, tengo órdenes
precisas y pasos que deben cumplirse. Para ayudarte necesito estar cerca
de ti.
Y sin más se acercó a Tom. Tomó su rostro entre sus
manos y unió sus frentes. El rubio asustado se aferró a las sábanas y sintió
los labios del duende en los suyos en un suave roce que duró unos minutos.
Cuando Billy se separó, recostó a Tom en la cama y se acomodó a su lado. El
rubio se sentía relajado, totalmente laxo.
—¿Qué… qué me pasa?
—Soy Billy dormilón y lo primero que debo hacer es
ayudarte a dormir.
—No… no entiendo… —dijo Tom mientras sus ojos se
cerraban sin que pudiera evitarlo.
Se sentía flotar. Apenas podía hablar y no sentía su
cuerpo, su cabeza era una esponja y el sopor lo consumía.
—Necesitas recuperar tu vida Tom.
De pronto fue atraído por dos largos brazos y
recostado sobre un tibio pecho. Los ojos le dolían y las sienes le punzaban, su
cuerpo estaba como en una nube, flotando y flotando… Minutos después una dulce
voz se dejo oír:
«Willie Winky, corre por toda la
población,
escaleras arriba y escaleras abajo
con su camisón,
llama a las ventanas, golpea las
cerraduras:
«¿Están todos los niños en la cama?
¡Porque ya son las ocho!»
Sus párpados se sintieron pesados y aunque quiso seguir
oyendo esa dulce voz, cerró los ojos y no pudo escuchar más.
…
Comenzó a moverse lentamente en la cama y poco a poco
fue abriendo los ojos. La habitación estaba totalmente a oscuras y por un
momento pensó que aún era de noche. Se estiró a su gusto, su cabeza ya no dolía
y su cuerpo se sentía tan relajado. Se sentía muy bien, lleno de energía, listo
para enfrentarse al mundo. De pronto recordó la noche anterior y sonrió a la
nada.
—Que sueños los tuyos Tom… un duende jajaja…
Con pereza se levantó estirándose hasta llegar a las
ventanas y corrió las cortinas. El sol
hirió sus ojos y levantó un brazo para protegerse de la intensa luz. Por la
posición del sol pudo adivinar que era mediodía. Sí que había dormido. Sonriendo
se dirigió a su mesita de noche y encendió la máquina contestadora.
Tiene 30 mensajes
—Pero qué pasó… —sorprendido presionó el botón de
escuchar.
16 de abril, 8 de la
mañana. Mensaje de Georg
Tom, ¿dónde estás?
16 de abril, 12 de la
tarde. Mensaje de Georg
Hey, se supone que veríamos hoy lo de la misa.
Llámame.
16 de abril, 6 de la
tarde. Mensaje de David
Tom, tu madre ha estado preguntando por ti. Creo que
necesitamos hablar.
—Pero si son las 2. No entiendo.
17 de abril, 3 de la
tarde. Mensaje de Gustav
¿Dónde estás Tom? Fui a tu casa y un extraño chico me
dijo que habías salido de viaje y que regresarías dentro de unos días. ¿Por qué
no nos avisaste amigo?
18 de abril, 9 de la
mañana. Mensaje de David
Tom soy David. Tu madre quiere verte. ¿Vendrás hoy?
19 de abril, 4 de la
tarde. Mensaje de Georg
Tom ¿dónde estás? Amigo estás bien. No sé nada de ti,
llámame cuando llegues.
Los mensajes seguían y Tom preocupado miraba a la
nada. ¿Cuánto había dormido? Con terror estiró la mano y tomó su móvil, cuando
vio la fecha casi se desmaya.
20 de abril del 2013. 2:30
p. m.
Asustado dejó caer el móvil y retrocedió hasta el
sillón donde se desplomó. No entendía nada, cómo había podido dormir por tantos
días y no darse cuenta. Se tomó la cabeza preocupado y cuando se estiró para
recoger su móvil vio un nota pegada en el suelo justo al lado de donde había
caído el teléfono.
«Sí Tom fueron cuatro días. Espero hayas dormido bien. No
te preocupes, esto solo fue el comienzo, como te dije era necesario que
durmieras: le llamo la cura del sueño. Ahora todo mejorará. Nos vemos a la
medianoche.
B.D.
Nota: Y sí, Tom, soy completamente real… jiji».
Tom dejó caer la nota y se acomodó mejor en el sofá. Sonrió
negando varias veces con la cabeza. Por lo visto estaba atrapado con un bello
duende que lo ayudaría. Extrañamente no tenía miedo, más bien sentía una rara emoción burbujear en
su pecho al recordar el rostro de ese duende, su calor, sus labios posándose en
él. No sabía la razón, pero confiaba en la criatura y si él decía que todo iría
mejor, así debía ser. Con una sonrisa se levantó y luego de una ducha se vistió
para ir a ver a su madre. Con las llaves en la mano, dio una última mirada a su
apartamento y una loca idea cruzó por su cabeza…
—Adiós —dijo antes de cerrar la puerta.
—Hasta más tarde Tom —dijo el duende con una sonrisa apareciendo
detrás de la cama.